El caso Uber en Chile: lo que no entendemos de las tecnologías disruptivas:

En Chile la llegada de la plataforma Uber ha generado una larga polémica llegando a ser una de las supuestas causas de la renuncia del ministro de transportes y telecomunicaciones por su supuesta incapacidad de abordar el problema e implementar la regulación adecuada al nuevo actor en el mercado del servicio de traslado de pasajeros.

Los medios tradicionales radio y televisión han hecho una amplia cobertura del conflicto generado entre el gremio de taxistas y los conductores de la plataforma digital mostrando casos de violencia extrema. El debate en la opinión pública ha sido largo y extenso pero al parecer no se ha realizado el análisis necesario a los cambios radicales que genera la irrupción de nuevas herramientas tecnológicas a la vida de los consumidores, los que hace bastante tiempo están usando el acceso a internet móvil y la geolocalización en sus celulares como herramientas en sus decisiones cotidianas que incluyen las opciones que toman en el consumo de productos y servicios.

Podemos definir como tecnologías disruptivas a todos aquellos avances tecnológicos que con su uso masivo generan un cambio radical e irreversible en el mercado que abordan, ya que provocan un cambio de comportamiento en los usuarios y consumidores.

Solo basta recordar algunos ejemplos para ver como internet ha cambiado nuestra vida y comportamiento como consumidores, todos los que nacimos en el siglo pasado observamos como la industria de la música fue revolucionada con internet provocando una crisis que afecto irreversiblemente a los sellos discográficos, como la aparición de la fotográfica digital provoco la desaparición de las empresas de revelado y de insumos fotográficos tradicionales, nuestra forma de consumir productos servicios e información está cambiando constantemente (esto no pasaba en siglo pasado), nos convertimos en espectadores y creadores de contenido multiplataforma, solo basta mirar como la inversión publicitaria está migrando cada año desde los medios tradicionales (periódicos impresos, televisión y radio) a lo digital buscadores y redes sociales.

Es por esto que nos debemos preguntar si es posible regular con un enfoque tradicional el comportamiento de las personas cuando utilizan nuevas tecnologías, hasta cuando se puede limitar la libre elección con una regulación legislativa que podría quedar obsoleta o inaplicable con la irrupción de otra nueva aplicación. Quizás lo más aconsejable sería adaptarse, incorporando como una nueva aliada, la flexibilidad que ofrece la innovación tecnológica a favor de los que tienen supuestamente siempre tienen la última palabra, los ciudadanos y consumidores.